Sí. Quedarse sin voz o presentar ronquera de manera habitual (lo que llamamos disfonía) es un problema relativamente frecuente. Puede estar originado por muchas causas distintas: desde infecciones respiratorias puntuales, reflujo o alergias, hasta un uso excesivo o inadecuado de la voz, o incluso por lesiones benignas como nódulos o pólipos en las cuerdas vocales. En algunos casos también se debe a alteraciones neurológicas o a la propia forma de hablar y proyectar la voz en el día a día.
Cuando la ronquera aparece de forma esporádica y se resuelve en pocos días, normalmente no tiene gravedad; sin embargo, si la pérdida de voz o la sensación de cansancio vocal es frecuente o persistente, conviene consultar para descartar que exista una lesión o un problema orgánico que requiera de intervención quirúrgica (puede ser necesaria una valoración médica por parte de un otorrinolaringólogo).
Incluso mientras se lleva a cabo esa valoración, el trabajo logopédico ya puede resultar de gran ayuda. El logopeda puede orientar en higiene vocal, entrenar un uso más saludable de la voz y ofrecer pautas prácticas que favorecen la recuperación y previenen un mayor desgaste. Una vez se confirma que no hay una lesión que requiera tratamiento médico o quirúrgico, la terapia logopédica se convierte en la herramienta clave para recuperar una voz clara, funcional y sin esfuerzo, además de prevenir futuras recaídas.




