Con el envejecimiento se producen cambios biológicos, cognitivos y sociales que pueden afectar la comunicación, el habla, la voz y la deglución, dificultando la interacción con el entorno y reduciendo la autonomía. La logopedia interviene para mantener y mejorar estas funciones, ayudando a hablar de manera clara, controlar el tono y el volumen de la voz, y tragar con seguridad, lo que previene complicaciones como atragantamientos o desnutrición.

Además, la logopedia resulta especialmente útil en personas con enfermedades más frecuentes en la tercera edad, como Alzheimer o Parkinson.

También ofrece estrategias para mejorar la respiración, la postura y la coordinación orofacial, contribuyendo a una mayor calidad de vida y a una participación más activa en las actividades cotidianas.